12 de junio de 2011

Perder, consecuencia de jugar.

He vuelto a perder. Tú lo sabías desde que te conocí aquella noche de primavera. Yo iba por la carretera, y en un gran y luminoso cartel ponía: "Fin" a 35000 km. Lo malo es que sólo lo viste tú. Y es que las relaciones son un viaje hacia un destino incierto. Bien cercano o lejano. Sólo de ida, o de ida y vuelta. "Imposible es un principio si se ve el final", y tú no es que vieras el final, es que lo diseñaste a la perfección y te dirigiste ciegamente a él. 


Yo me levanto cada mañana con fuerzas; nunca me ha gustado la imagen de la existencia insignificante que va rodando por inercia. Tú en parte eres así. Tiendes a dejarte llevar; bueno, eso es lo que crees; pero no te preocupes porque ya estoy yo para decirte que no es verdad. Lo siento, tu idea del vivir no se aleja mucho de la premeditación y del cálculo. ¿Crees que elegimos ciencias o letras libremente? Nuestro cerebro eligió por nosotros mucho antes de lo que somos capaces de recordar. Tú siempre tan visceral, agarrado a valores científicos, lo que trascendía un poco más allá de lo humanamente comprensible lo guardabas en el apartado "locuras", cuando la vida en sí misma es eso: una locura.


He vuelto a perder. Quiero que sepas que no me doy pena. Ya he pasado por demasiadas cosas como para autocompadecerme. Yo no oculto mis cicatrices. Y no hablo de las marcas físicas sino de las que te arañan el alma. Sí, he dicho "alma", lo siento pero es la palabra que mejor refleja lo que quiero hacerte entender. Lo de "estar hechos el uno para el otro" es como creer que un hombre gordo con la nariz roja y barbas blancas reparte regalos a todos los que habitamos en este planeta por navidad. ¿Cómo voy a estar hecha yo para otra persona? Yo estoy hecha para mí misma, y en ocasiones ni eso. El hacerse no es algo repentino, estamos haciéndonos toda la vida. Llegamos a la muerte a media cocción y aún así pensamos que estamos de vuelta de todo.


He vuelto a perder. Exactamente han sido 5 años y medio de mi vida. ¿Tiempo perdido? No lo creo. Siento discrepar contigo. No tuve ocasión de expresarte mi repugnancia ante tu "hemos perdido un tiempo maravilloso". Primero, habla por ti. ¿Tú has perdido un tiempo maravilloso?, ¿y estos cinco años qué han sido entonces?, ¿qué piensas, hacer borrón y cuenta nueva chico de ciencias? Mira atrás, piensa lo que eras y en lo que te has convertido. ¿De verdad que yo no he aportado nada en tu camino? Cada kilómetro que hemos recorrido juntos, esos que según tú llevaban a un final que te avisó un cartel en el mismo momento en el que metíamos la primera marcha, te han traído hasta este preciso momento; te han modificado llegando a ser lo que ahora eres. Te guste más, te guste menos.


He vuelto a perder. Cuando te digo que me duele tu "pérdida de tiempo" intento librarme de la sensación de culpa. Culpable de ser el copiloto erróneo en un viaje que deberías haber hecho tú a tus anchas. Deberías haber subido al coche a todos los pasajeros que hubieras considerado oportuno. Sobre todo porque yo no merezco sentirme como me haces sentir. Sé que la responsabilidad es mía; podría sentir rabia o quizás odio, odio eterno hacia ti, por tus conclusiones, tus juicios y tus frases de consuelo: "Nunca he querido hacerte daño". Mire usted Sr. Delicado, el daño me lo hizo en el momento en el que le puso fecha de caducidad a nuestra historia. ¿No ves como no te dejas llevar por el río de la vida? Te gusté, me tomaste de la mano y miraste mi reverso comprobando que la fecha de caducidad estaba bien impresa. Qué cobardía por tu parte... Siempre he creído que el valor crece atreviéndose y la cobardía titubeando y... ¡cuántas veces has titubeado! 


He vuelto a perder. Lo reconozco, pero no sabes que la gran pérdida la llevas tú a tus espaldas, por no saber apreciar y recoger todo lo bueno que te ha dado este tiempo conmigo. Vas librándote de lo que para ti representa una carga pesada, y lo que no sabes es que al abandonarla, aunque te sientas liviano, estás prescindiendo de un universo lleno de armas con las que seguir luchando. Lo poquito que he podido aportar, lo poco que te haya hecho sentir, son cosas que jamás deberías dejar sin recoger en la mudanza del corazón. Yo, por mi parte, ya las metí en el camión hace unos días: me llevo todos los muebles, las fotos y los utensilios. Quizás compre algunos nuevos, pero estos viejos son parte de mí, me representan y sobre todo me hacen recordar. Recordar lo que tuve y ya no tengo; lo que di y lo que daré; no voy a mutilar esta parte que es tan mía. Mis cicatrices me hacen ser auténtica, me hacen ser libre.


Fíjate cuando digo que YO he vuelto a perder. Lo de "volver" es porque he perdido en bastantes ocasiones y seguiré perdiendo sin miedo, eso está claro. Lo de "perder" se refiere inevitablemente al alejar tu mundo del mío. Te he perdido sabiendo donde hallarte. Esto es aún más doloroso ya que preferiría haberte perdido distraídamente; como cuando pierdes una horquilla del pelo y nunca la vuelves a encontrar porque, está bien, tampoco te esfuerzas demasiado en buscarla. Yo no: yo te he perdido mientras te sujetaba fuerte contra mí. Y, ¿cómo se puede perder lo que tienes bien protegido? Supongo que se me debió traspapelar la combinación, o en el peor de los casos dejé nuestra puerta entreabierta sin percatarme.


Sé que no voy a mandarte esta carta. En primer lugar porque no es justo. No es justo exponerme de esta manera ante una persona que no sabrá apreciarlo y que juzgará un incremento de locura en mí. Pero permíteme, ya para concluir, decirte algo. Algo que a mí me aterraría escuchar de la boca de otra persona. Yo habré perdido, lo admito, pero tú nunca podrás ganar, mi vida... No lo digo con resentimiento o para reprocharte tu actitud y así sentirme falsamente mejor, es que sólo se puede ganar o perder cuando te estás jugando algo. Y tú, sinceramente, nunca te has jugado nada.