14 de junio de 2014

Te dije que te la contaría...

Y querías saberla. Me preguntaste cuál era ese momento, ese que no se cuenta a nadie, esa experiencia que casi siempre muere dentro de nosotros, oculta tras nuestra sonrisa cuando estamos a solas. Esa que no se comparte con el resto porque es demasiado difícil de explicar, demasiado complicada de resumir, demasiado compleja para ponerla en palabras. 

Te dije que te la contaría. Te hablaría de los momentos de locura cuando no pasaba el tiempo. De los pensamientos que giraban como lo hace una noria que no se para nunca. De cuando las dudas y el desconsuelo me acariciaban por la noche. De las veces que me miraba en el espejo imaginando cómo salir de allí, como si mi reflejo fuera a darme algún consejo. Del desgaste inevitable por convecerme de que aquello no era verdad, que era sólo un engaño, un timo de la vida. De las llamadas a deshora y la melancolía injustificada. De los latidos descompasados de mi corazón, que seguía el ritmo de un baile que nadie le había enseñado a bailar. 

Te dije que te la contaría. Te hablaría del deseo de vivir más vidas al mismo tiempo. De las ganas de quemar todas las teorías estipuladas por gente que no lo ha vivido y aun así lo cuenta. De un cristal que iba resquebrajándose hasta que estalló en mil pedazos. De las palabras que me quemaban el cerebro porque no podía decirlas. De saber que la vida es una, pero creerme inmortal al mismo tiempo. De las conversaciones donde lo que no se decía era lo más interesante de todo. De la batalla que libraba cada día para esquivar los recuerdos. Del vacío que me asfixiaba porque todo podría ser diferente. Del por qué sin respuesta y de las respuestas preparadas de la mano de la cobardía.

Lo sé. Te dije que te la contaría. Te dije que te hablaría de la historia de amor más bella de mi vida.