No
había estallado aún la guerra cuando ya estaban siendo condecorados. Premios
prematuros que sólo son posibles porque unos ya sienten la derrota, acechante e
ineludible, que les saluda desde lo más profundo de la materia gris. Unos le
devuelven el gesto, otros le dan la espalda y fingen no haberla avistado -
evasión de principiantes-. Las medallas eran pesadas como lingotes de oro y
olían a fatuidad. Bebían vino y despreciaban el sabor a tragos largos. Me quedé
observando desde mi materia roja y pensé que, al fin y al cabo, tampoco bebemos
el agua por su sabor. Una vez más, la carencia estaba presente y lo llenaba
todo: el vino por su color, el agua por su sabor y la guerra… por el amor.
Kris con K